La Serie “Partidas Oníricas”: Un Viaje Metafórico al Laberinto de la Existencia por Oscar Pardo Artist

El Jardín Estratégico

La obra del artista colombiano Oscar Pardo, y en particular su serie “Partidas Oníricas”, se desvela como una invitación a una extraordinaria travesía conceptual, donde el ajedrez trasciende su función lúdica para convertirse en una poderosa metáfora de la existencia misma. Dentro de paisajes que se extienden con una lógica puramente onírica, Pardo despliega un universo donde la realidad se manifiesta con una fluidez asombrosa, desafiando las percepciones convencionales y sumergiendo al espectador en intrincados laberintos de la conciencia y la memoria.

La serie se distingue por una fusión magistral de elementos figurativos, arquitectónicos y de ensueño, creando composiciones que son a la vez complejas y evocadoras. A través de esta propuesta artística, Pardo no solo expone su visión del mundo, sino que también incita a la introspección, invitando a cada observador a reflexionar sobre las estrategias, las decisiones y las impredecibles corrientes que definen el tablero de su propia vida.

Su habilidad para deconstruir un objeto tan familiar como el tablero de ajedrez y transformarlo en un vasto escenario surrealista es una de las características más distintivas de esta colección, consolidando a Oscar Pardo como un artista que se aventura más allá de lo meramente estético para adentrarse en lo filosófico y lo existencial. La serie, en su conjunto, funciona como un espejo que invita al espectador a confrontar su propia realidad desde una perspectiva onírica y estratégica.

Vértigo de la Reflexión
Vértigo de la Reflexión

El estilo de Oscar Pardo en “Partidas Oníricas” se define por una audaz deconstrucción del tablero de ajedrez, que se metamorfosea en entornos surrealistas donde lo real y lo imaginado coexisten sin fisuras. En la obra inaugural de la serie, “La Estrategia Existencial”, el tablero se transmuta en un vasto paisaje onírico, donde la arquitectura y la naturaleza se entrelazan de forma inseparable.

Figuras de ajedrez, junto a una figura humana en un precario equilibrio, se presentan en este escenario, impulsando al espectador a una profunda reflexión sobre cómo cada elección, cada movimiento, incide directamente en la configuración de nuestra realidad individual. Continuando con esta exploración de la fragilidad y la resiliencia, “Navegando el Caos del Tablero” nos sumerge en una escena donde estructuras fragmentadas de ajedrez se suspenden de forma precaria sobre extensiones de agua, mientras el tablero se eleva, se pliega y se sumerge en una danza incesante.

La incorporación de piezas de ajedrez y sutiles figuras humanas en este contexto simboliza la inherente inestabilidad de la realidad, destacando la imperiosa necesidad de una estrategia lúcida para sortear las corrientes impredecibles de la vida. Ambas obras, al inicio de la serie, establecen el tono y la complejidad conceptual que caracterizarán todo el corpus de “Partidas Oníricas”, invitando a una lectura que va más allá de la superficie visual.

Adentrándose en las complejidades de la vida moderna y la naturaleza, la serie continúa su discurso visual con “El Ajedrez de la Metrópolis”, una pieza que sumerge al observador en un intrincado paisaje urbano donde la realidad se pliega bajo la influencia ineludible del tablero de ajedrez. En esta composición, Oscar Pardo presenta estructuras urbanas imposibles, edificios que se retuercen en direcciones inesperadas, puentes que desafían la lógica gravitacional y carreteras que se interconectan de maneras sorprendentes.

Elementos dinámicos como un tren en movimiento, un automóvil y una figura suspendida enriquecen la narrativa visual, sugiriendo un constante tránsito y un juego estratégico incesante dentro de una metrópolis fragmentada y, a la vez, profundamente onírica. Por otro lado, “El Árbol del Tablero” establece una poderosa interacción entre la vida orgánica y la estrategia inmutable del ajedrez.

Una majestuosa arboleda emerge de un tablero fragmentado que flota sobre una vasta extensión acuática, creando una alegoría visual de la vida en constante crecimiento, la intrínseca conexión con la naturaleza y la evolución de las estrategias existenciales más allá de cualquier límite predefinido. Estas obras demuestran la habilidad de Pardo para integrar elementos cotidianos y naturales en su universo onírico, enriqueciendo la metáfora del ajedrez con nuevas capas de significado.

La serie profundiza aún más en la introspección humana y los caminos de la vida con obras como “Vértigo de la Reflexión” y “Arcos de la Partida”. En “Vértigo de la Reflexión”, Pardo presenta un paisaje surrealista dominado por fragmentos de tablero de ajedrez que penden y se inclinan precariamente, generando una sensación palpable de inestabilidad. La pieza destaca la presencia de dos figuras humanas: una que mantiene el equilibrio sobre una cuerda floja, simbolizando la inherente fragilidad de la existencia y las decisiones cotidianas, y otra que se encuentra sentada en un estado de profunda contemplación, representando la introspección y el análisis de las circunstancias.

Rodeadas por piezas de ajedrez distorsionadas y elementos naturales, la obra invita a una reflexión sobre la toma de decisiones en realidades inestables y la constante necesidad de evaluar los pasos a seguir. Complementando esta narrativa, “Arcos de la Partida” introduce un complejo entramado donde el tablero de ajedrez se despliega en arquitecturas imposibles y puentes que, desafiando la lógica, conectan realidades dispares.

Un imponente arco domina la composición, funcionando como una poderosa metáfora de los senderos vitales y las transiciones que enfrentamos. La presencia de piezas de ajedrez dispersas, flujos de agua que desafían la gravedad y una figura mítica, sugiere un viaje estratégico y la emergencia de conexiones inesperadas que se manifiestan a lo largo de la existencia.

La culminación de la serie “Partidas Oníricas” con “El Jardín Estratégico” sintetiza magistralmente la visión de Oscar Pardo, consolidando la intersección entre la naturaleza, la estrategia y la intervención humana. Esta obra integra la geometría inherente al ajedrez con la vitalidad de la naturaleza y la funcionalidad de la infraestructura moderna. En su centro, un gran cubo, coronado por un exuberante jardín en su superficie, es atravesado por una viga y se conecta armoniosamente con un paisaje de tablero fragmentado.

La inclusión de una carretera que emerge de un arco y la interacción de figuras humanas con este entorno surrealista expanden la narrativa, invitando a la reflexión sobre la planificación minuciosa, el crecimiento constante y la intrincada relación entre lo natural y lo artificial dentro del complejo juego de la vida. A través de cada pieza de la serie “Partidas Oníricas”, Oscar Pardo invita a los espectadores a trascender la superficie de lo obvio, a descubrir la conexión profunda en lo que inicialmente podría parecer desarticulado, y a reconocer la vida misma como un vasto juego estratégico que se desarrolla sobre un tablero en constante evolución.

Su obra no es solo una representación visual, sino una experiencia introspectiva que resuena con la experiencia universal de navegar la existencia.

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